"Toda sois formosa, ó Maria,
e em Ti não há mácula original.
As Tuas vestes são brancas como a neve da montanha
e o Teu rosto fulgura como o sol.
Tu és a glória de Jerusalém, a alegria de Israel,
Tu és o orgulho do nosso povo.
Tu, mais que todas as mulheres da terra,
és bendita pelo Senhor, Deus Excelso, ó Virgem Maria.
Leva-nos contigo, Virgem Imaculada,
nós correremos após de Ti na rescendência dos Teus aromas"
(1ª Véspera {7 de Dezembro})
A Igreja aplica à Virgem Santíssima o que diz Salomão da Sabedoria, porque Ela é, afinal, a Mãe do Verbo, Sabedoria incriada.
"Agora, pois, filhos, ouvi-me:
Felizes os que guardam os meus caminhos!
Ouvi as minhas instruções e sede sábios.
Não as rejeiteis.
Feliz o homem que me escuta,
que permanece de vigia à minha porta
e lhe espia os seus umbrais!
O que Me encontrar terá a vida
e alcançará do Senhor a salvação"
(Prov. 8, 32-36).
"Inviolada, íntegra e casta sois, Maria;
E Porta fulgente do Céu,
Excelsa Mãe amantíssima de Cristo;
Recebei os piedosos louvores de nossos cantos!
Com fervor de boca e coração vos rogamos,
para sermos puros de corpo e alma.
Por Vossas preces e rogos tão doces:
Alcançai-Nos perdão para todo o sempre.
Ó benigna! Ó Rainha! Ó Maria!
A única sem mancha!"
(Inviolata - século XII).
El caso muy especial de Antoine Gay (1790-1871)
Homenaje de um Demonio a María
"La reputación del santo cura de Ars era tan grande y esta localidad se hallaba tan próxima a Lyon que hubiera sido muy sorprendente que Antoine Gay no fuera presentado al abate Vianney. De hecho fué a Ars en 1853 y prolongó su peregrinaje durante quince días. Al hacer esto obedecía al arzobispo de Lyon, monseñor de Bonald en persona, quien había dicho al señor Goussard, uno de los familiares de Gay: 'Lo llevará usted donde el cura de Ars y se quedará allí varios días con él'. El señor Houzelot, siempre atento al caso Gay, era de la partida. Esto ocurría a fines de noviembre. El domingo próximo siguiente, cuatro de diciembre, la humilde parroquia de Ars celebraba la fecha de la Inmaculada Concepción.
No olvidemos que el dogma de la Concepción Inmaculada de la Virgen no estaba todavia proclamado. Debía serlo el 8 de diciembre de 1854. Se produjo - volviendo a Ars - un acontecimiento inesperado. Antoine Gay, arrodillado al pie de la imagen de la Virgen, con los brazos en cruz y los ojos llenos de lágrimas, pronunciaba una declaración solemne, que, con toda evidencia, emanaba del espíritu infernal que estaba en él, puesto que Antoine Gay no tenía una formación teológica suficiente para que del fondo de su alma saliera un discurso tan impresionante:
'Oh, María! Oh, María! Obra maestra de las manos divinas! Tú eres lo que Dios ha hecho de más grande.
Criatura incomparable, tú eres la admiración de todos los habitantes del Cielo; todos te honran, todos te obedecen y te reconocen por la Madre del Creador. Tú has sido elevada por encima de los ángeles y de toda la Corte celestial; estás sentada junto a Dios, eres el Templo de la divindad, has llevado en tu seno todo lo que hay de más fuerte, de más grande, de más poderoso y de más amable! ... María, has recibido en tu seno virginal a Aquel que te ha creado, eres Virgen y eres Madre; no hay nada que pueda comparársete. Después de Dios, tú eres todo lo que hay de más grande; tú eres la Mujer fuerte; tú sola das más gloria a Dios que todos los habitantes del Cielo juntos...
En ti no ha habido jamás ninguna mancha. Que todos los que digan que no eres Virgen y Madre sean excomulgados; tú has concebido sin pecado, tú eres inmaculada!...
Te alabo, oh, María! Pero todas las alabanzas que te doy remontan a Dios, el Autor de todo bien!... Después del corazón de tu divino Hijo, ninguno hay que pueda ser comparado al tuyo. Oh, corazón bueno! Oh corazón tierno! No abandonas ni siquiera a los más ingratos y los más culpables de los mortales! Tu corazón está penetrado de dulzura para con los miserables que no merecen gracia ni misericordia; los infames pecadores son convertidos por ti!
Ah, si los habitantes de la tierra te conocieran! Si supieran apreciar tu ternura, tu poder, tu bondad, ninguno perecería! Todos los que recurren a ti con una entera confianza y que te rezan continuamente, sea cual fuere el estado en que se hallan, tú los salvarás y los bendecirás eternamente... Me veo obligado a humillarme a tus plantas y a pedirte perdón por todos los ultrajes que hago soportar al poseído!
Confieso hoy, día de una de tus fiestas más solemnes del año, que tu divino Hijo me obliga a decir que ésta es la más solemne de todas tus fiestas'.
Así habló Isacaron, Demonio de la impureza, por boca de Antoine Gay, y sus palabras fueron rocogidas por el señor Houzelot, del cual las hemos extraído. Y comprendemos mejor, depués de esta confesión obligada de un Demonio, que María, cinco años más tarde, haya dicho a Bernadette quien, suplicante, le preguntaba su nombre: Soy la Inmaculada Concepción!
El abate Toccanier, auxiliario del cura de Ars, estaba presente cuando las memorables alabanzas a la Virgen fueron proclamadas por Isacaron en la forma que acabamos de consignar.
Houzelot tuvo la idea de pedirle a este último que le dictara más lentamente lo que acababa de decir, con el fin de anotar sus palabras, e Isacaron accedió. El abate Toccanier no podia ocultar su emoción. 'No existe nada comparable si no es en los Padres de la Iglesia', dijo a los presentes, con respecto a la larga proclamación del Demonio. Quiso, por lo demás, tener con éste una discusión teológica sintética, otro dia, y quedó estupefacto de la seguridad de las respuestas que le fueron hechas en las más pura ortodoxia" (Monseñor Cristiani, "Presencia de Satán en el Mundo Moderno", Cap. IV, pp. 81-83; Ediciones PEUSER, Buenos Aires, 1962).
Oração do Dia
Ó Deus, que pela Imaculada Conceição da Virgem preparastes para Vosso Filho digna morada, nós Vos suplicamos humildemente que, assim como, em atenção aos merecimentos desse mesmo Filho, Vos dignastes preservá-La de Toda a mácula, nos concedais igualmente, por Sua intercessão, a graça de chegarmos a Vós limpos do pecado. Pelo mesmo Nosso Senhor Jesus Cristo. Amém!
Sub tuum praesidium
À Vossa proteção nos refugiamos, ó Santa Mãe de Deus; não desprezeis as nossas súplicas em nossas necessidades; mas livrai-Nos sempre de todos os perigos, ó Virgem gloriosa e bendita.
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