INFLUENCIA
DE ESTE MINISTERIO SOBRE LA RUINA O SALVACIÓN
DE
LA SOCIEDAD ACTUAL
OBSERVACIONES
DIRIGIDAS A LOS PADRES DEL CONCILIO ROMANO
POR
LA REDACCIÓN DE
EL
ERMITAÑO
I.
– DOCTRINAS EN OPOSICIÓN A LAS DEL ERMITAÑO
1.
El enemigo del género humano tamquam leo rugiens cir - cuit
(Ecclesiam Dei) quaerens quem devoret [1 Pe 5,8]. Sobre esto nos
avisa el Apóstol; y Pío IX en su discurso de apertura del Concilio
añade: «Ha acometido y persiste acometiendo a la Iglesia Santa com
rabia y furor, constituido cabeza de una formidable propaganda de
impíos».
Ha acometido, nos dice el Papa Pío IX; ha dado ya el asalto,
acomete; se han roto las hostilidades; la guerra es un hecho
histórico; y es una guerra horrorosa, porque juegan en ella de una
parte todos los poderes políticos de la tierra coligados con las
potestades del infierno, y de otra todos los elementos y fuerzas
católicas reunidas bajo un solo Príncipe visible, que es el Papa e
invisible, que es Cristo. Induite vos armaturam Dei, grita
desde alto el Apóstol de las gentes, ut possitis stare adversus
insidias diaboli, quoniam non est nobis colluctatio adversus carnem
et sanguinem, sed adversus Principes et potestates, adversus mundi
rectores tenaebra rum harum, contra spiritualia nequitiae in
coelestibus. Por esto, accipite, repite, armaturam Dei
ut possitis resistere in die malo». Ad Eph. c. 6, [12].
2.
Obedientes a estas prescripciones, que el cielo nos da entramos
armados en el campamento, no sólo como católicos, sino también
como ciudadanos españoles, en una época en que el diablo, padre de
todas las revoluciones ha tenido la desfachatez, la osadía y
arrogancia de presentar en nuestro suelo patrio aquella misma
bandera, que ondeando en el Empíreo sobre la cabeza de millones de
millares de ángeles rebeldes, tiene en un lienzo de seda fina
bordado con letras de oro este tema: ¡Revolución! ¡Guerra a Dios!
Al revisar detenidamente todo aquel vasto terreno, donde el enemigo
se presenta visible en el hombre por una especie de encarnación, le
encontramos fortificado y parapetado en el espiritismo, en la magia
maléfica, en cuerpos energúmenos y maleficiados; en el choque,
damos el grito con Miguel Arcángel: ¡Gloria a Dios! ¿Quis ut
Deus? Vistas y reconocidas todas sus fuerzas, en atención a que
nos oponía, y opone una resistencia atroz, y desesperada, acudimos a
los almacenes donde la Iglesia tiene depositado aquel terrible
armamento de que nos habla el Apóstol accipite armaturam Dei.
3.
Al primer paso tropezamos con gran sorpresa nuestra com un cuerpo de
doctrinas ordenado a desprestigiar y a inutilizar aquel ministerio
sagrado, que le encierra, cual es el Exorcistado. Para oponernos a
doctrinas que creemos fatalísimas y contestar con el lema del
Arcángel. ¿Quis ut Deus? a los gritos desaforados, que dan
los ángeles revolucionarios al acometer la casa del Señor,
establecimos en Barcelona un periódico semanal, que aún vive bajo
el título EL ERMITAÑO.
Hemos
impugnado y atacamos como españoles, como ciudadanos, como hombres,
como católicos por cuantos medios legales tengamos a nuestra mano a
la Revolución, porque la creemos obra del diablo que intenta por
ella reconstruir sobre las ruinas del catolicismo el paganismo
moderno. Siendo dirigida por un poder espiritual maligno invisible,
mientras la prensa católica por mil órganos la combate en su
política antisocial, nosotros, armados hasta los dientes, buscamos
su cabeza para decapitarla, o al menos aplastarla. Siendo ésta la
serpiente infernal, para ser consecuentes a nuestro lema, buscamos
armas, las hemos de menester, armas espirituales. Si bien los
enemigos son inteligentes como nosotros, pero de orden superior, no
obstante, sostenemos y sostendremos la lucha no sólo como cristianos
sino como seres racionales, como hombres, como criaturas contra
ángeles que han desplegado bandera de rebelión contra nuestro
Criador. En esta batalla creemos tener de nuestra parte los cielos,
la tierra y cuantas criaturas no están infectas en este crimen de
rebelión.
4.
Hombres respetables, prelados venerables bajo muchos títulos,
oradores elocuentes y todos de sublimes virtudes opinan
diferentemente que nosotros sobre el Exorcistado; convenimos en el
fondo, pero no en las formas, y modos de ver y apreciar las cosas.
Respetamos sus doctrinas, pero en materias en que la Iglesia no há
pronunciado su fallo, nos creemos libres para discurrir, y opinar. No
creyendo hacer agravio a los autores, reproduciendo sus doctrinas,
citamos sus nombres, a fin de que el Concilio juzgue esta causa com
conocimiento de la materia.
Abierto
el Concilio el mundo está bajo la acción de su tribunal, y este es
el momento precioso de representar aquello que uno cree ser interés
general de la Iglesia.
II.
– CONSECUENCIAS DE LAS DOCTRINAS OPUESTAS
5.
El Ilmo. Sr. Puigllat y Amigó (q.e.p.d.) obispo de Lérida em una
circular que pasó a sus feligreses el año 1863, el 20 de junio, nº
10, niega la existencia del maleficio y de la magia.
El
Ilmo. Claret en una obra impresa bajo el título El colegial ins -
truido, al tratar del Exorcistado, le rebaja de tal modo, que con
términos más o menos claros viene a decirnos, que ahora ya no
sirve; que S. Sria. Ilma. lo abandonó porque perdía el tiempo, que
de mil casos, que se le presentaron, apenas había uno de verdadero;
y si bien admite la existencia de los energúmenos, pero son en su
opinión casos tan raros que, parum pro nihilo reputatur.
La
Congregación de Misioneros fundada por S. E. Ilma. Sosteniendo estas
mismas doctrinas predicaron en contra del maleficio con tal
severidad, que negaban la absolución a cuantas familias acudían a
ellos, creyéndose atacadas por esta enfermedad.
No
ha mucho el cura párroco en una parroquia de cerca ocho mil almas
predicó que Cristo había encerrado a los abismos todos los
demonios.
6.
Negada la existencia del maleficio, precediendo a las posesiones
diabólicas en los energúmenos las operaciones de la magia maléfica,
era consiguiente cayera en peso y en masa todo lo que es materia del
Exorcistado. Fúndanse estos señores en que Cristo com su venida
reprimió y destruyó el poder de los demonios. Esta proposición,
simpliciter dicta, prueba hasta la evidencia sus aciertos. Una
cosa destruida ya no sirve, y si el poder del diablo fue comprimido y
destruido, ¿a qué ahora alarmarnos?
7.
Otro prelado respetabilísimo, cuyo nombre no nos es lícito imprimir
por no tener derecho a publicar doctrinas, que no están impresas,
nos escribe en fecha 8 de mayo de 1869. «Su periódico da armas a
los adversarios de la Religión para combatirla, diciendo que ella
aprueba la superstición y el fanatismo». Este fanatismo y esta
superstición consiste en que se crea, añade, «que está en la
facultad de cualquiera, valerse del ministerio, o arte del espíritu
infernal, para causar daño a los demás». Aquí se niega un hecho,
que desgraciadamente es verídico, y que la Iglesia siempre ha
reconocido y predicado: tal es el maleficio; y a más, se nos
acrimina como fanáticos y supersticiosos, por sostener su
existencia.
8.
El Ilmo. Puigllat dice en la citada carta pastoral. «Dos escollos
hay que evitar en esta materia (el Exorcistado): el de caer en el
filosofismo protestante, que niega el que pueda haber posesos y
obsesos... y el de caer en el error delirante de la magia y
maleficio, pudiendo transmitir los malignos espíritus a otra por
medio de hombre o mujer. Pero no fuera el caso, que huyendo de este
escollo, vinierais a caer en otro, a saber, en la ciega credulidad de
creer que tales operaciones puedan hacerse por la intervención de
brujas y duendes, que jamás han existido, y de hechiceros, adivinos
y magos...». Y en otra parte: «Jesucristo destruyó el imperio del
demonio». En esta circular renueva la reserva que hacen las leyes
sobre el Exorcistado a los ordinarios y prohibe S. Ilma. leer los
Santos Evangelios sin su permiso.
9.
La nación entera oyó en aquella época con profunda emoción la voz
autorizada de misioneros por mil títulos respetables, apoyada con el
testimonio de prelados dotados de profundos conocimientos teológicos
y de virtudes sublimes; y dio por fruto una incredulidad completa en
todo aquello, que el dogma nos enseña refela materia sostiene el
enemigo, haciendo vacilar en la fe, en aquella fe que nos inculca la
Iglesia cui resistite fortes, in fide hasta a los más
acérrimos defensores de la misma.
III.
– ORDEN DEL EXORCISTADO. PEDIMENTO A LOS PADRES DEL CONCILIO
10.
Deduzcamos de aquí aquellas consecuencias que naturalmente fluyen de
los principios del dogma católico, confrontados com las citadas
doctrinas.
1ª
Esta predicación ha dejado en España el Exorcistado nulo, sin
ejercicio, suspenso, enteramente inutilizado.
2ª
Las familias, que se han visto atacadas de las enfermedades
espantosas, que causa el maleficio, viéndose abandonadas de la
Religión, han acudido y acuden en su dolor al espiritismo y al mismo
maleficiador, dando este hecho armas al espiritismo para que predique
que: ni hay ni ha habido demonios; que el poder, que antiguamente
tenía la Iglesia sobre los espíritus, se ha retirado ya y há
pasado a ellos.
3ª
Suspenso e inutilizado el Exorcistado, queda cerrado no sólo para
los exorcistas, sino para los católicos aquel grandioso almacén
donde Cristo tiene depositado aquel poder espiritual, que viste y
arma a la misma Iglesia en las batallas contra los demonios, poder
que, fundado sobre estas palabras: Ecce ego dedi vobis potestatem
calcandi super serpentes et escorpiones, et supra omnem virtutem
inimici [Lc 10,19], obra directamente contra estos espíritus de
maldad.
4ª
Suspenso este poder, la sociedad humana queda abandonada al de las
tinieblas, y la Iglesia misma fuera entregada a éste, si posible
fuera estar en ella el Exorcistado completamente inutilizado.
5ª
Suspenso este poder en España, la nación ha sido ante las leyes de
justicia de Dios abandonada al poder de las tinieblas, y el diablo ha
podido presentarnos su propia bandera desplegada al grito de
¡revolución!, ¡guerra a Dios! sin temor de ser molestado por un
armamento inutilizado y un ministerio descreído y desprestigiado.
6ª
¿Cómo está este ministerio en las demás Naciones? ¿Se halla poco
más o menos en la situación de España? ¿Está también suspenso?
¿Uno que otro caso no es materia suficiente para un ministerio de
400 mil ministros? En el caso afirmativo, solutus est Satanas de
carcere suo ¿y por qué está desencadenado? ¿Quia non
ligatus?; y ¿por qué no está ligado?; ¿no está ligado,
porque el Exorcistado está suspenso? Y ¿qué ha hecho el diablo
desencadenado? Ha presentado batalla al poder material y político de
la Iglesia, y enclavando su bandera con su favorito lema:
¡revolución! sobre las ruinas de los tronos de todos los reyes
católicos que la amparaban, nos acomete, ciñendo sus coronas,
empuñando sus cetros y sus espadas. Y ahora Pío IX nos dice: «El
diablo ha acometido, y da asalto a la casa del Señor». La apostasía
de todos los reyes y gobiernos de la tierra es obra de Satanás, como
igualmente la revolución. ¡Ojalá seamos ilusos!
IV.
– BASES SOBRE QUE SE FUNDA ESTE ORDEN
11.
Extinguida la fe en todo aquello, que el dogma nos enseña con
relación al Exorcistado, estas tinieblas atacando de frente la
disciplina eclesiástica, la envuelven en un caos. Vengamos a ella.
Sacra
Congregatio Episcoporum et Regularium in Florentina: decreto del
22 de Febrero de 1625: que ningún exorcista ejerciera ex oficio
este ministerio sin permiso del ordinario. Este decreto fue
confirmado por la sagrada congregación de la Inquisición en julio
de 1720, y el sínodo Tarraconense hizo la misma reserva en 16684.
¿Por
qué causa los Prelados tomaron medida tan grave? Ni hay, ni puede
haber otra, que la resistencia obstinada y horrible, que entonces y
ahora oponen los demonios a nuestro poder. Autorización, o sin ella,
los energúmenos no quedan curados, y el enemigo después de una
encarnizada lucha, se queda dueño del castillo. Esta resistencia es
causa gravísima para que los Prelados tengan reservado este
ministerio; pero no lo es, para que quede suspenso e inutilizado.
12.
En vista de los resultados funestísimos que produce la suspensión
del Exorcistado, la redacción del Ermitaño eleva sus
súplicas al Concilio Ecuménico Romano y al cielo, para que este
ministerio sea constituido bajo aquel orden que él entraña en sí
mismo; que dicta la necesidad suprema, urgente y apremiante de
reprimir la audacia de los demonios y el socorro de las familias que
en su opresión, acuden al auxilio, que les debe la Religión.
Hechos
estudios teóricos y prácticos para buscar esta orden, le creemos
basado en los principios siguientes.
V.
– SOLUCIÓN DE LAS DOCTRINAS OPUESTAS
13.
1ª. La resistencia tenaz de los demonios, el estado lamentable de
los energúmenos, la situación especial a que ha llegado este
ministerio, éstas y otras causas gravísimas, características de la
época, exigen que se establezcan edificios, donde este ministerio
tenga, ya en la forma arquitectónica, ya en las personas destinadas
al servicio, de estos enfermos, ya también en los mismos ejercicios
espirituales, concentradas todas sus fuerzas para obrar sobre el
enemigo con toda la plenitud de su poder.
2ª.
La situación de un energúmeno es la más horrenda de cuantas
calamidades posibles aflijan al hombre, mirado en individuo, y a la
familia a que pertenece. En esta calamidad no hay clase, edad, sexo,
ni condición exceptuado. Si en una familia ataca la cabeza, toda
ella queda arruinada y destruida. No hay libre ni el sacerdote, ni la
religiosa que vive en el claustro, ni el niño que la madre amamanta
en su seno, ni el anciano en su decrepitud.
En
este cuadro horripilante inspiran compasión y lástima al primer
golpe de vista, y en primer término un número sorprendente de
jóvenes desde 3 a 25 años. Atestamos lo que vemos: ¡terror!
¡espanto! Trasformadas estas energúmenas en serpientes furiosas se
lanzan por el suelo con rabia y desespero, dan la cabeza por el suelo
y contra las paredes; arráncanse los cabellos; rasgan sus vestidos;
a puño cerrado se golpean la cabeza y sus pechos; se echan por las
ventanas, y de cabeza por las escaleras, se arrojan dentro las aguas,
en pozos, estanques, ríos, y sobre profundos precipicios; comen
fósforos, alfileres, agujas, clavos, vidrios, veneno, y cuanto pueda
dañarlas; sus labios inocentes profieren blasfemias las más
asquerosas y repugnantes que puedan oírse; privadas de oír misa, de
entrar en el templo para oír la palabra divina y asistir a los
oficios divinos, como igualmente de recibir los Santos Sacramentos,
hacen trizas rosarios, escapularios y cuantos objetos sagrados les
vienen a las manos; impedidas de pronunciar el nombre santo de Dios,
viven muriendo y rabiando como perros; y sobre todos estos males
están expuestas a ser violadas, estupradas, infamadas por una
horrible convención entre los demonios posesores y el hombre impuro;
y visitadas durante la noche por los mismos maleficiadores, cometen,
no consintiendo ellas, torpezas que la pluma se niega a describir. A
este martirio cruelísimo en la parte externa, se añaden dolores
acerbísimos causados por dentro por la serpiente infernal em sus
entrañas, en el pecho, en el corazón, que las arrancan gritos,
ayes, suspiros profundos. En esta situación la más horrorosa de
todas las posibles, unas abandonadas de sus propias familias, que,
para su socorro ha agotado toda su fortuna, van a terminar sus días
enjauladas como leonas furiosas tras las rejas de hierro de un
manicomio; y las más afortunadas se ven allá en el hogar doméstico
abandonadas a sí mismas, expuestas a suicidarse sin más amparo, que
los brazos frágiles de una mujer madre o una hermanita, que a falta
de sacerdotes se echan con fuerza varonil sobre los lobos infernales
a fin de salvar un objeto tan caro, lidiando a fuerza de brazos
contra los demonios, forzadas a ejercer el Exorcistado en defensa de
sus vidas.
¡Ojalá
esta página, que como publicistas consignamos en la historia
eclesiástica en fecha de 1870, fuera una ilusión, un sueño, o la
visión de un panorama fantástico! Pero las personas viven, y si
alguno duda de la verdad de este cuadro, que con mano trémula
estamos bosquejando, cosa fácil nos es exponer a su vista, no una
figura tras sombras negras, sino la realidad de los hechos.
14.
La providencia para cada una de las desgracias, que afligen a la
sociedad humana, ha preparado un remedio eficaz, ¿cómo es posible
mirar indiferentes la más horrenda de todas las posibles? Em su
misericordia para ésta ha organizado el ministerio del Exorcistado.
Este auxilio debe ser eficaz pronto, fácil al acceso de todas las fa
m ilias, y quedando los maleficiados sin curación, resistiendo los
demonios a la virtud de los Exorcismos, el único medio de proveer la
Iglesia Madre a esta necesidad suprema, atendida la situación de la
época, consiste en que en varias localidades del catolicismo se
funden casas de asilo donde la Iglesia Madre acoja a sus hijos e
hijas, que acuden a su amparo. No nos es lícito abandonar un
energúmeno hasta ve rle salvo; sería un crimen en un pastor
abandonar la oveja al furor del lobo; ¿qué hará de ella? Acogerla
en sus rediles.
3ª.
El honor de las familias reclaman estos asilos para que esta
desgracia sea socorrida al abrigo de la publicidad, como igualmente
la honra del mismo ministerio. ¿Qué hace el Obispo de estas
víctimas? Faltando local proporcionado para los casos que ocurren,
¿qué hace la autoridad eclesiástica de estos desgraciados seres,
especialmente de furiosos con intentos de suicidio? El cura párroco
no puede encargarse de su socorro; y menos ningún otro eclesiástico
no teniendo localidad proporcionada. ¿Qué hace especialmente de
mujeres? ¿Y si éstas son pobres, quién acude [en] su socorro
maternal?; ¿qué sitio se escoge para ejercer este ministerio com
fruto sin estar expuesto a la curiosidad maliciosa del público? ¿En
una Iglesia? ¿Cómo se procede sin que lo sepa todo el pueblo, toda
una ciudad? ¡Imposible! Así como no puede darse una batalla sin que
se fije un país, donde se previene y preparan los combatientes para
el choque, así es un imposible que el Exorcistado, consideradas las
circunstancias que le rodean, se constituya en orden sin destinar una
localidad donde por una parte los exorcistas encuentren armas,
personas, recursos, soledad para la oración, habitación, oratorio,
y demás medios que tiene la religión; y las familias ocasión y
proporción para prepararse a recibir la curación con ejercicios
espirituales, que a nuestro concepto deben preceder a los exorcismos.
15.
Cuando los demonios se rendían a la fuerza de los exorcismos, cuando
había fe en un país católico, el templo era el sitio conveniente,
pero ahora no basta; junto a la Iglesia ha de haber un edificio donde
los energúmenos sean amparados espiritual y materialmente.
4ª.
Atendida la resistencia que los demonios oponen a nuestro poder,
quedando con justa razón reservado este ministerio a los obispos, el
delegar a dependientes, retirándose éstos de su acción, sería
exponer la lucha a una derrota segura. Toda la fuerza espiritual en
las batallas contra el infierno está simplificada, reunida y
centrificada en aquéllos que han recibido de Dios y tienen en manos
el báculo pastoral, las llaves y las cadenas. Así como los demonios
todos juntos en las guerras contra Cristo son un sólo cuerpo moral,
y ese cuerpo espiritual siendo uno, recibe la fuerza de esta unidad,
que se titula el diablo, del mismo modo la Iglesia para vencer en
esta batalla, teniendo sus fuerzas concentradas en un sólo príncipe
que es el Papa, para obrar contra las fuerzas espirituales, contra
espiritualia nequitiae in coelestibus [Ef 6,12] que se le
presentan simplificadas en una sola cabeza, la iniciativa, el
movimiento la dirección deben proceder del centro, esto es, del Papa
y de los Obispos; el Papa y los Obispos son el concilio, siendo la
masa de exorcistas el ejército que combate, pero a las órdenes, en
presencia y bajo el mando y dirección de sus jefes.
16.
¿Cómo se constituye en orden el Exorcistado bajo este punto de
vista, para que sea verdaderamente, no la acción impotente de uno
que otro exorcista, o escaramuzas en alguna localidad aisladamente
del cuerpo, sino la acción de este poder en la plenitud de la
fuerza, que en sí tiene sobre omnem virtutem inimici? Levántense
en distintos puntos del catolicismo casas de asilo; dénselas una
forma arquitectónica según el objeto a que se les destina;
formúlese un reglamento, que fije aquellos ejercicios especiales que
se han de practicar; escójanse de ambos sexos personas consagradas
al servicio de estos enfermos, como igualmente los sacerdotes, que
han de ejercer este ministerio; ármense estos establecimientos omni
armatura fortium, con todo lo que la Iglesia tiene de más
formidable a los demonios; vaya todo este campamento bajo la
dirección del Papa y de los Obispos; así armadas estas casas
ábranse las puertas; acudirán al momento a ellas todas esas grandes
turbas de energúmenos, que mueren encerrados en los manicomios y
hospitales, o suicidados. Vengan entonces todos aquellos que se crean
maleficiados; si es una ficción, será corregida y curada con la
corrección; si es una ilusión sin malicia, será desvanecida; y si
es una realidad, los energúmenos quedarán curados. Su curación
será segura, infalible; porque el poder espiritual de la Iglesia
obrará en ellos con toda la plenitud de las fuerzas, que él tiene
por su institución. A la fuerza de este poder el cielo dará estos
signos: En mi nombre lanzaréis los demonios, sobre los enfermos
impondréis las manos y quedarán curados. Los ciegos ven, dirán
los gentiles, los mudos hablan, los paralíticos andan, los locos
vuelven curados [Lc 4,40]; aquí está el dedo de Dios. Estos
edificios serán monumentos públicos, que darán testimonio de la fe
católica con referencia a infierno, demonio y al poder de la Iglesia
sobre estos ángeles revolucionarios. Ante estos signos de divinidad
no sólo quedará confirmada la verdad católica que predicamos, sino
confundida la magia maléfica y destruida como igualmente el
maleficio. Los demonios, que ahora por boca de su hija la Revolución
levantan hasta los cielos el grito de ¡libertad!, tendrán sobre la
tierra cárceles, donde cogidos serán encerrados, para desde allí
ser arrojados a los abismos.
17.
Puesto el ministerio del Exorcistado a su debido orden, será
infaliblemente presidido, y en sus actos corroborado por aquel Angel
de quien nos dice el Apocalipsis c. 20: Vidi Angelum descendentem
de coelo, habentem clavem abyssi, et catenam magnam in manu sua, et
aprehendit draconem serpentem antiquum qui est Diabolus et Sathanas
et ligavir eum... et misit eum in abyssum et signavit super illum, ut
non seducat amplius gentes [Ap 20,1-3].
¿Quién
es este Angel? Cristo y Pedro en Pío IX, en los obispos, y en los
exorcistas: Tu es Petrus et super hanc petram edificabo Ecclesiam
meam et portae inferi non prevalebunt adversus eam ¿Y por qué?:
Et tibi dabo claves regni coelorum, et quod cumque ligaveris super
terram erit ligatum et in coelis [Mt 16,18-19].
18.
El báculo que, en representación de este poder espiritual, entregó
Cristo a Pedro ha pasado a Pío IX sin alteración alguna. El tiempo
no lo ha carcomido; tiene la misma virtud. Esto la experiencia
acredita que el Exorcistado servatis servandis puesto en
orden, produce un efecto infalible, que es la expulsión de los
demonios, su prisión y encarcelamiento, la ruina de su poder, y la
curación de las enfermedades causadas por su malicia en los cuerpos
humanos.
Presos,
encarcelados y encerrados al abismo, los demonios por la virtud
espiritual de la Iglesia, han de caer infaliblemente todos los
poderes políticos, que ha seducido y tiene esclavos juntamente com
las naciones que gobiernan; y la Iglesia a título de derecho de
guerra ha de tomar posesión de esta su herencia, que posee el diablo
mediante reyes apóstatas. Cum fortis armatus... si fortior eo
superveniens vicerit eum, universa arma ejus auferet quibus
confidebat et spolia ejus distribuet [Lc 11,21-22].
Puesto
el Exorcistado a su orden, el cielo dará esta señal: In nomine
meo Demonia ejicient. Si in digito Dei dirá la Iglesia a sus
hijas las naciones para consolarlas y alentarlas en medio de su
aflicción. Si in digito Dei ejicio doemonia, profecto pervenit in
vos regnum Dei [Lc 11,20].
Si
la Iglesia vence al diablo en el terreno donde se le presenta visible
por una especie de encarnación en los energúmenos, le toca por
derecho de guerra destituir al vencido de todas sus posesiones, que
son las naciones todas esclavas ahora del diablo por la apostasía de
sus reyes. Universa arma ejus auferet [Lc 11,22].
5ª
Ultimamente: creemos que si este mismo orden exige en las
circunstancias actuales que ningún exorcista ejerza este ministerio
sin autorización de los ordinarios, convendría se procediera a la
manera de las reservas en que está la facultad de predicar y
confesar. Interesa haya un cierto número de exorcistas autorizados,
a
quienes
la gente pueda acudir fácil y prontamente para el socorro de
necesidades
que son urgentes y no admiten dilación.
VI.
– [PETICIÓN]
19.
Que el exorcistado sea constituido en su orden: esta es nuestra
petición.
Al
formular estas nuestras súplicas, la caridad y el bien común de la
sociedad humana nos constituyen eco de profundos suspiros, agudos
ayes y horrorosos gritos para trasmitirles, y elevarles desde el aula
conciliar hasta los oídos de la que es su madre la Iglesia católica.
Y estas víctimas, que al verse entre los dientes y las uñas
ensangrentadas del lobo infernal, claman horripiladas pidiendo
redención, son no una que otra, como algunos piensan; no un
centenar, ni un millar, sino muchos millares.
El
maleficio, si bien considerado como la más terrible de cuantas
desgracias pueden sobrevenir al individuo y a una familia, no puede
dejar de ser combatido por el ministerio eclesiástico, no fuera tal
vez un móvil suficiente para que llamáramos la atención del
Concilio; le describimos en la influencia pestífera y mortal que
directamente ejerce contra el orden social, político y religioso
universal de toda la sociedad humana. Bajo este punto de vista es,
sin duda alguna, la causa radical de esta anarquía y ruina universal
que a paso acelerado conduce la sociedad entera a una catástrofe
espantosa.
Cristo
es Dios unido al hombre para destruir en el hombre y por el hombre el
poder de las tinieblas: ecce ego dedi vobis potestatem... Demones
effugate, y ahí tenemos el Exorcistado.
El
diablo se ha asociado bajo mil formas con el hombre, para destruir en
el hombre y por el hombre el poder de Cristo, y he aquí el
maleficio. Ars quo quis ope demonis alteri nocet.
20.
El dedo de Dios ha marcado un terreno donde ambos poderes – el de
Cristo y del diablo – se presentan fortificados de aquel modo que
es posible al carácter y condición de los combatientes. La ruina o
la salvación del mundo está pendiente de la derrota o de la
victoria. Constituido a su debido orden el Exorcistado, el triunfo de
Cristo y de su Iglesia es infalible, y este triunfo es la conversión
a Dios de las naciones y de sus reyes; porque el diablo queda hecho
prisionero por derecho de guerra y destituido de todo cuanto en este
mundo posee. Si fortior eo superveniens, vincerit eum,
universa arma ejus auferet, in quibus confidebat, et spolia eque
distribuet... Si in digito Dei ejicio Demonia prefecto pervenit in
vos regnum Dei. Suspenso este ministerio, sea cual fuere su
causa, el campo de batalla queda en poder del enemigo, y la sociedad
humana entregada por esclava al vencedor.
Mirada
esta cuestión desde este punto de perspectiva, es de un interés
social, político, religioso general, vital, trascendental. Es un
duelo entre el supremo Pastor y el lobo infernal, ambos visiblemente
armados en el hombre: la prenda que se disputa es la libertad o la
esclavitud de las naciones.
¡Perdón!
¡oh Padres del Concilio! ¡perdón! tal vez estamos em completa
ilusión ¡ojalá! En tal caso anatemizamos nuestras doctrinas y las
retiramos si el Concilio las reprueba: nos condenamos si él nos
condena. Si somos ilusos, nuestro delirio es producido por una
especie de fiebre que nos causa el ardor con que amamos a la Iglesia.
¡Que la Madre nos perdone!
Francisco
Palau, presbítero
I
SOLUCION
A LOS INCONVENIENTES
21.
«Cristo con su venida destruyó el poder del diablo, y por esta
causa el Exorcistado no tiene apenas objeto: los casos son raros».
Contestamos:
Dios
no obra en el hombre sin el hombre. A tanta dignidad há elevado a su
Iglesia, que ha querido que el poder enemigo fuese reprimido y
destruido por su ministerio en cumplimiento de aquella famosa
sentencia ipsa conteret caput tuum [Gn 3,15]. Si los que ahora
estamos encargados de esta sublime misión, si a esta fecha de 1870
los que vivimos, reprimimos y destruimos el poder del diablo, quedará
destruido. Si le prendemos y, encadenado, le arrojamos al abismo,
aquí quedará encerrado, y salva la generación presente de su
tiranía y furor. Si al contrario, somos omisos, si no le ligamos en
uso del poder de llaves, si no le arrojamos al abismo en cumplimiento
del mandato demones ejicite, queda libre, desencadenado y con
todo su poder. Somos hombres, y podemos tener más o menos fe, más o
menos caridad, más o menos exactitud y fidelidad; en esto puede
haber más y menos, en una época más que en otra, en una localidad
más que en otra. Cristo es hoy en nosotros el mismo que fue en
Pedro; por la fe de Pedro y de los apóstoles, el diablo fue
reprimido y destruido; por nuestra incredulidad puede ser
desencadenado; como también por nuestra fe arrojado de en medio de
las naciones que tiene esclavas. Estas son las doctrinas que
sostenemos.
22.
De aquí deducimos consecuencias muy lógicas y son: que no
reprimiendo nosotros el poder del diablo por estar el Exorcistado
suspenso, el infierno está desencadenado. Ha acometido al
catolicismo, se ha metido dentro por la corrupción de costumbres,
posee las masas de las naciones que antes eran católicas, y no
temiendo al ministerio, que encierra poder y misión para prenderle,
cadenas para ligarle y llaves para encerrarle, ha entrado en el
cuerpo de las hijas e hijos del pueblo de Dios, y para imitar de
aquel modo que es posible a su condición al mismo Dios en el
misterio de la Encarnación, visible, reta cual Goliat la
omnipotencia del Dios de Israel, y nos provoca a una lucha, que es
preciso aceptar. Inutilizado y despreciado el Exorcistado, acomete
sin temor y se gloría no tener en nuestro poder enemigo que le
moleste.
II
23.
Desde que Cristo con su muerte reprimió el poder del diablo, los
casos son raros. Siendo raros, este ministerio no tiene importância
ni casi objeto, porque parum pro nihilo reputatur.
Solución:
Esta
es la verdad: aquellos energúmenos que se presentan tales en público
son casos raros en comparación de los que están ocultos, esto es,
de aquellos en los que los demonios no se manifiestan. Estos son
muchos y muchísimos más de los que vulgarmente se cree.
Allá
donde no hay cazadores no hay caza, y allá donde no hay pescadores
no hay pesca: esto es, visible, manifiesta, pero, no porque los que
van de caza y pesca no vean estos objetos, dejan de existir.
Extinguida
la fe en todo aquello que el dogma nos enseña referente al
Exorcistado, negada la existencia del maleficio, no se ve sino
suicidios, enfermedades extrañas que no siguen un curso regular,
ataques nerviosos y demencias. Negado el maleficio, turbas de
energúmenos llenan las casas de caridad, hospicios, hospitales y
manicomios.
24.
¿Y si es verdad lo que afirmamos? ¿Si hay realmente objeto y
materia para el Exorcistado, suficiente y bien de sobra? ¿Cómo
salvamos nuestra responsabilidad? ¡Qué funestas las consecuencias
de la opinión opuesta! Esta cuestión equivale a dudar si allá
lejos en los bosques hay emboscado un formidable ejército. Unos
dicen que no hay tal enemigo; que si bien se ven de tiempo a outro
algunos hombres armados, no tienen importancia, porque son foragidos
y una cuadrilla de ladrones, contra quienes basta media docena de
civiles; otros dicen lo opuesto. En tal caso, ¿qué se ha de hacer?
¿Se quedará el rey en la duda? No; enviará allá una comisión
militar para asegurarse del hecho. Pues bien, vengamos al caso:
nosotros decimos que los energúmenos y maleficiados son muchos y
muchísimos; que allí hay emboscadas millones de legiones de
demonios, que no sólo por la lengua de los energúmenos, que poseen,
sino por las potestades visibles, que rigen, han desplegado su propia
bandera ¡Revolución! Que la Revolución es obra suya. Nosotros
somos los que esto publicamos a voz de pregón, y acudimos a Roma
para dar parte del hecho al Papa y a los Obispos, a los Obispos y al
Concilio, a fin de que se constituya a su debido orden el
Exorcistado.
25.
Esta es cuestión de hechos; y la verdad ha de ser demostrada por
obras; pues bien, éstas son las que ofrecemos por argumentos a los
Padres del Concilio Romano: los que suscribimos, em el país donde
vivimos hemos hecho estudios prácticos y de éstos resulta verdadero
el hecho que referimos: es historia contemporánea, y por lo mismo
cosa fácil de indagar. Tenemos trazado el plano de un manicomio para
endiablados y maleficiados, y hemos provisionado una parte del
edificio. Este ministerio obra con virtud especial en las Pascuas:
así la experiencia nos lo enseña. Llamaremos, si se nos autoriza,
desde esta fecha para Pascua de Pentecostés a los energúmenos y
maleficiados de Cataluña, que sabiendo nos ocupábamos de los
auxilios que la religión les debe, han acudido a nosotros. ¿Cuántos
se cree tendríamos en casa? El número sería sorprendente y
fabuloso, y mucho más si les anunciáramos que la Iglesia su Madre,
representada en sus prelados, es quien les llama para salvar sus
vidas y sus almas en un abrazo maternal. ¿Serían entre enfermos y
el que les cuida uno, dos, seiscientos? Más allá.
26.
¿Pero cómo se prueba el maleficio?
Es
esta una enfermedad la más terrible de todas las posibles, y a
semejanza del cólera morbo se anuncia a sí misma por los efectos
destructores y ciertos caracteres que le especifican. Las famílias
atacadas de este mal no vacilan sobre su existencia, porque le ven,
le sienten, y le tocan dentro los muros de su hogar doméstico. Le
anuncian los mismos maleficiadores, que proclamada la libertad de
cultos, se glorían ante las víctimas del gran poder de que se
hallan revestidos sobre los espíritus y a salvaguarda de las mismas
leyes cometen, asociados con los demonios, crímenes los más
horrendos de cuantos reconoce la sana teología moral, dando por fin
una muerte la más atroz que pueda concebirse al maleficiado mediante
las operaciones abominables de su arte. Lo que es en Barcelona, la
gente está tan convencida de la existencia de este cruel azote, que
apenas entra en el seno de una familia, corren los vecinos ¿y a
dónde se encaminan para su remedio? A los mismos maleficiadores. ¿Y
por qué? Se les anuncia de que no existe tal desgracia, y perdida la
fe en el poder y en la misión de la Iglesia, acuden en turbas a este
arte infernal. Escribimos una historia que describe la situación en
que se encuentra todo lo referente al Exorcistado a esta fecha de
1870: los hechos que consignamos son públicos y nadie se atreverá a
desmentirnos, porque están a la vista de cuantos quieran verlos. El
maleficio es un monstruo tan horrendo, que ha de estar em completas
tinieblas el católico que no le vea y conozca en esta época en que
no temiendo ya el poder material de la Iglesia, cree ser llegada su
hora de presentarse con toda su fealdad. Dejemos de mirarle en sí
mismo, y vamos a demostrar su existencia por outras notas más
seguras.
27.
Nosotros hemos atendido y atendemos a otros signos más seguros. ¿Por
qué creemos que eran energúmenos el mudo, el lunático y demás de
quienes nos refiere la curación el evangelio? Locutus est mutus
[Mt 9,33]. La curación repentina de enfermedades las más
horribles que puedan sobrevenir al individuo y familia, tal como
demencia (a la vista del incrédulo) con furor, acompañada de
intento de suicidio y de convulsiones nerviosas, que reducen al
hombre al último extremo de la vida y le trasforman en una fiera
indómita; esta curación operada al instante sin más medicamento
que el poder de la Iglesia, invocado contra el diablo a favor de la
víctima, es un testimonio de verdad para todo hombre despreocupado
racional y que no esté ciego por una mala pasión. Esto hemos visto
no una, dos ni veinte veces en el trascurso de seis años: los hechos
son públicos en Barcelona y alrededores; las familias existen y no
permitirán que seamos desmentidos.
28.
Más: el Exorcistado tiene objeto y materia suficiente. Es cuestión
de hechos y las obras son argumentos que convencen hasta la
evidencia. Que se autorice una casa de ejercicios para estas
víctimas; las llamaremos para uno de los días designados por Dios
para su curación, cuales son las fiestas principales del año;
acudirán las familias; y el supremo Pastor, servatis servandis,
observadas todas las formalidades que entraña en sí el
Exorcistado, que reclaman las situaciones especialísimas en que hoy
se encuentra y el estado de los energúmenos repetirá los mismos
signos que nosotros hemos visto. El que a esto no cree, menos creerá
al Evangelio. Esta es cuestión de hechos, y la cosa ha llegado ya a
tal extremo que la verdad católica conviene sea confirmada
sequentibus signis: in nomine meo Demonia ejicient... super egros
manos imponent et bene habebunt [Mc 16,17-18].
Nosotros,
para creer lo que la Iglesia ha siempre enseñado com referencia al
maleficio y Exorcistado, no deseamos ni pedimos a Dios signo alguno;
creemos porque así la Iglesia lo enseña: creemos un hecho que
tenemos a la vista. Los signos son para los incrédulos, y al
católico que le pide, contesta Dios: Generatio prava et perversa
signum querit, et signum non dabitur ei nisi signum Jonae Profetae
[Mt 12,39-41]. El signo que dio Jonás fue adhuc quadraginta
dies, et Ninive subvertetur [Jon 3,4]. Este es el signo que el
cielo anuncia al católico incrédulo.
«El
anticristianismo se hundirá a los abismos con todo su poder, con
toda su incredulidad, y con toda su maldad, y sobre sus ruinas la fe
católica levantará su obra».
III
PRISIÓN
DEL DIABLO. INFLUENCIA DEL EXORCISTADO
SOBRE
EL BIEN O EL MAL SOCIAL
29.
¿Cómo es posible que la curación de uno ni de mil energúmenos
influya tan directamente en la ruina de la impiedad y en el bien o el
mal social? Aun cuando sean arrojados mil, ni un millón de demonios
de los cuerpos humanos, ¿cómo puede ser queden presos y ligados los
demás, que no están en los cuerpos? ¿Cómo es posible que del uso
o desuso del Exorcistado penda la ruina o la salvación de la
sociedad humana?
Solución:
Es, luego puede ser. Así como los franceses son una potencia
independiente, que puede ser destruida por otra potencia superior, y
para vencerla, basta que lo sea la fuerza que se presenta en batalla,
así es y así pasa allá en el mundo de las inteligencias. Los
demonios son ángeles revolucionarios, y forman en el mundo
intelectual una potencia o reino independiente y distinto del de los
ángeles buenos y del de los hombres. Se han ligado y asociado com el
hombre malo para destruir en el hombre y por el hombre a Cristo
y
a su Iglesia, y aquí tenemos el maleficio; y Dios se ha unido con el
hombre para destruir por el hombre la obra del diablo, y he aquí el
Exorcistado.
30.
Los demonios constituyen juntos una potencia, una nación, un
ejército, un sólo cuerpo, al que la Escritura sagrada da el nombre
de el dragón, qui est diabolus et Satanas serpens antiquus [Ap
12,9]. Así como para coger un buey no es necesario atar todo el
cuerpo, sino que basta lo esté de los cuernos, o de una sola pierna;
así es en lo intelectual y espiritual. Para prender al diablo, basta
atar aquella fuerza que se nos presenta visible: no puede rendirse
ésta sin que caiga toda la demás, más o menos en ruina; porque
lidiando la cabeza, obra allí todo el cuerpo, y vencida la fuerza
que se presenta en batalla, la demás queda destruida.
31.
La Iglesia tiene potestad para prender a esa potencia espiritual
invisible que se titula el diablo: Ecce ego dedi vobis potestatem,
et aprehendit draconem qui est Satanas et diabolus. Puede ligarle
y arrojarle al abismo: tu es Petrus... quodcumque ligaveris...
et ligavit, eum y missit in abyssum. Puede encerrarle
allí; et tibi dabo claves regni celorum … et clausit et
signavit super illum ne seducat amplius gentes. Tiene esta
misión, y está comprometida a cumplirla: Daemones ejicite.
¿Hay
algún terreno donde la Iglesia pueda encontrar al diablo para
prenderle?
Sí;
y este campo es todo aquel donde se extiende el maleficio y el
Exorcistado. Aquí esta potencia espiritual maligna se hace visible
de aquel modo que es posible a su condición. En los cuerpos
energúmenos se nos presenta visible por una especie de encarnación:
sustituye el diablo al alma racional en todas o parte de sus
funciones orgánicas, quedando ella aletargada; y así realmente es
el diablo mujer o el diablo hombre, quien obra en el energúmeno; él
es quien habla, él es quien batalla y él es quien vence o queda
vencido.
32.
¿Qué parte de esa potencia obra en los energúmenos? La cabeza,
porque es ella la que allí se hace visible en representación de
todo el cuerpo; y si ella queda aplastada, lo es todo el cuerpo. Los
cuerpos energúmenos son aquel atrio exterior donde el fuerte armado
se presenta al hombre Dios, o a Dios en el hombre para batallar en el
hombre; vencido aquí si fortior eo superveniens vicerit eum,
universa arma ejus auferet in quibus confidebat, et spolia ejus
distribuet [Lc 11,12].
Vencida
esta fuerza espiritual maligna en el campo, donde se nos presenta
visible; ligada y arrojada al abismo; el reino de Satanás queda
destruido en todas sus partes, y sobre sus ruinas restablecido el
reino de Dios: si in digito Dei ejicio daemonia, profecto per
venit
in
vos regnum Dei.
33.
Si el diablo es la cabeza de la Revolución, aplastada ésta, el
cuerpo queda cadáver.
Así
entendemos nosotros la influencia del Exorcistado sobre la ruina o
salvación de la sociedad actual toda entera con todas sus naciones.
Apelamos
al tiempo y a las obras. ¿A que no cae la Revolución sin que antes
sea aplastada se cabeza que es el diablo? ¿Quién la ha de aplastar?
Aquella de quien está escrito: Una mujer te aplastará la cabeza
[Gn 3,15]. ¿Quién es esta mujer? La Iglesia. ¿Quién es la
Iglesia? En cuanto al cumplimiento de esta sublime misión, ella es
el Papa y los Obispos. Sostenemos el Exorcistado porque creemos
envuelve entre sombras y profundos misterios aquel acto terrible por
el que la invicta Judit corta la cabeza al coloso Holofernes, Jahel
enclava en tierra a Sísera y Ester obtiene el que Amán sea ahorcado
con el dogal preparado para Mardoqueo, quedando de un sólo golpe
salvo el pueblo, el verdadero pueblo, ese pueblo que extendido a esta
fecha sobre la faz de la tierra, gime bajo la más horrenda
esclavitud.
34.
La Iglesia tiene sus ministerios ordenados de tal modo al bien
individual que todos se refunden en último objeto al bien común
general de la sociedad humana.
¿A
que Carlos VII no ciñe la corona del rey de España sin que antes
los demonios sean arrojados al abismo por un poder espiritual? El
tiempo lo acreditará: es cuestión de hechos, apelamos al tiempo: ni
Carlos VII ocupará en España el trono de San Fernando, ni los reyes
y príncipes católicos destronados empuñarán sus cetros hasta que
la Iglesia aplaste la cabeza de la Revolución, el diablo.
Francisco
Palau, presbítero
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